Sneijder y los errores del pasado. Por JM Aguado

Hacer un análisis de un equipo de futbol al calor de los resultados es un error. Hacerlo después de un 0-5 a favor en uno de los estadios míticos de la Europa futbolística lo es aún más.

Anoche el Real Madrid arrolló a un histórico del futbol europeo en horas bajas, el Borussia Dortmund. La sobriedad local de la primera parte fue superada por el juego y los goles del Madrid en la segunda mitad. Hasta ahí todo correcto.

Las caras en la expedición madridista en el regreso a la capital eran a buen seguro de felicidad. No todas sin embargo. Wesley Sneijder no se vistió de corto; Valdano le había comunicado horas antes que no iba a volver a vestir la camisola blanca.

Sneijder fue uno de los fichajes estrella de la anterior junta directiva. Traído como creador de juego su primera temporada puede calificarse de buena e incluso muy buena. La segunda fue muy mala; sin paliativos. Aquejado por problemas personales y salidas nocturnas sus números bajaron hasta convertirle en un asiduo al banquillo. No tendrá una tercera oportunidad.

En esta nueva etapa galáctica, donde lo que cuenta es el nombre y lo que rodea a ese nombre, no tiene cabida. Pellegrini, un cualquiera, a gritado a los cuatro vientos y a todo aquel que le ha querido oír que era un jugador importante para él, pero… ¿quién es ese tal Pellegrini?. Wesley es una pieza polivalente que puede jugar y hacer jugar a un equipo como el Madrid. Sus cambios de juego, su arrancada, sus lanzamientos a balón parado, su… no le hacen merecedor de recuperar su mejor juego perdido en el mundo de la noche madrileña. Por el contrario sí hay dorsales en el equipo para jugadores claramente inferiores (y que cada uno ponga los nombres que le plazcan).

No es importante el hecho de que Sneijder se vaya. Que lo es. Sino la poca capacidad de maniobra de la que dispone el técnico del Madrid. Si Pellegrini es incapaz de imponer su opinión en este aspecto… volvemos al final del galacticidio primera parte.
Todo sea por sanear las cuentas. Pero… ¿no podrían irse otros?.

Por JM Aguado (futuro colaborador)